¡Terminado!
Casi no me lo creo, pero he acabado de diseñar, construir, montar y decorar…, sin ayuda, ¡Una gran casa de muñecas! Me siento contento y feliz.
Ha sido complicado, lo confieso. Y añadiría que también duro, fatigoso, y no exento de una pequeña dosis de sacrificio. ¡Pero ha merecido la pena!
Cuando se concluye con éxito cualquier misión, trabajo o actividad, olvidamos en seguida las penurias pasadas en su realización. Como si no hubieran existido y todo fuera fácil y sencillo. Y la satisfacción que produce se nota en forma de diferentes manifestaciones. Se siente internamente y se percibe desde el exterior en nuestro semblante y mirada. El pecho se expande y una sensación de calma recorre, de derecha a izquierda y de arriba abajo, el pecho, traspasa el estómago y baja por las pantorrillas hasta los dedos de los pies. Así me siento ahora.
Y todo, para que una pequeña sonrisa se dibuje tiernamente en una cara, y unos ojitos azules y traviesos, de no más de 3 años, te miren como si fueras su héroe invencible.
Y piensas…, el cielo existe, está a mi alcance, y se puede tocar.
Esa misma sensación la he tenido yo esta Navidad en un par de ocasiones. Gracias por describir tan bien ese gran momento Sergio!! 🤗
Me gustaMe gusta
Una vez más entrañable, Sergio. Los niños, los elfos y los acólitos de Peter Pan te lo agradecemos. 😉
Me gustaMe gusta
Gracias. Algo es algo.
Me gustaMe gusta