Ojos azules no tiene,
ni tampoco andar coqueto.
Sus caricias, raspan, duelen,
y su abrazo es como el hielo.
Entonces..,
¿Por qué enamoran sus labios,
que aunque la vida perdiera,
en la cumbre de sus brazos,
solo quiero reposar?
Y la pregunto…,
¿Por qué voy?
¿Para qué?
Y su silencio responde:
para quien tiene la fuerza,
para quien tiene el valor,
para quien en todo pone,
pasión, esfuerzo y honor.
Las trampas de mi camino,
asperas y duras son,
más nunca quiero engañarte,
si quieres venir, ¡aquí estoy!
Cielos de purpurina,
horizontes de algodón,
la vida miro hacia abajo,
dueña del mundo soy,
Y en la cumbre de mi Olimpo:
ni Zeus…,
ni Cronos…,
ni Dios.