La montaña

Ojos azules no tiene,

ni tampoco andar coqueto.

Sus caricias, raspan, duelen,

y su abrazo es como el hielo.

Entonces..,

¿Por qué enamoran sus labios,

que aunque la vida perdiera,

en la cumbre de sus brazos,

solo quiero reposar?

Y la pregunto…,

¿Por qué voy?

¿Para qué?

Y su silencio responde:

para quien tiene la fuerza,

para quien tiene el valor,

para quien en todo pone,

pasión, esfuerzo y honor.

Las trampas de mi camino,

asperas y duras son,

más nunca quiero engañarte,

si quieres venir, ¡aquí estoy!

Cielos de purpurina,

horizontes de algodón,

la vida miro hacia abajo,

dueña del mundo soy,

Y en la cumbre de mi Olimpo:

ni Zeus…,

ni Cronos…,

ni Dios.

Publicado por Sergio Alonso

Sin amor, la vida es hacer tiempo.

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