
Esta es, aunque parezca un cuento, una historia real. Es la historia de cuando la Navidad, todavía no era “la Navidad”. Y no lo era, porque aquellos protagonistas seguían su vida y costumbres rutinarias. No podían ser, en ese momento, conscientes de la importancia que, a lo largo de los siguientes cientos de años, iban a tener esos concretos acontecimientos.
Por ello, aquel día había comenzado como un día normal para el buey de la casa. Y cuando digo un día normal, es que iba a ser un día como todos. ¿Seguro…?
Bueno, quizás había algunos detalles, en principio sin importancia, a los que buey no había prestado demasiada atención como correspondía a su condición animal. Se había alzado sobre sus cuatro patas muy temprano, pero aquél día tenía un hambre fuera de lo común. El caso es que esperaba su ración de heno y paja como pocas veces la había esperado; y seguro que hoy comería con muchas ganas todo lo que pudiera en los pastizales que se encontraría por del camino. No sabía bien porqué estaba tan hambriento, pero algo le decía que ese día iba a ser largo.
Buey, no tenía un nombre, salvo el de buey. No había problemas. Era el único de su especie en la casa, por tanto, era especial. Es verdad que sentía algo de envidia porque la mula sí tenía nombre, y también los perros…,(insoportables, por cierto). Pero como era de carácter tranquilo, ese detalle no le importaba; era consciente de ser el más fuerte y poderoso de todos los animales que ayudaban a pastores y labriegos. Además los niños, lo sabía, le tenían un gran respeto.
Buey, había salido esa mañana junto con dos pastores, muy de madrugada, después de comer la poca comida que, en su opinión, le habían puesto. Buey, que por cierto, era bastante curioso, iba escuchando la conversación de los pastores, la cual era hoy diferente a la de otros días.
Comentaban que la noche anterior habían llegado, bastante excitados, dos forasteros, un hombre y una mujer, la cual estaba en cinta, y al parecer muy próxima a tener un alumbramiento. Aunque su semblante era de mucha calma, irradiaban un temor a algo que no podían o no querían explicar.
La buena gente de Belén, por supuesto, los había alojado con todo el cariño que podían, dadas sus precarias pertenencias.
Al igual que buey, los pastores también habían notado, y así lo iban hablando, que parecía que el amanecer de ese día tenía otro brillo distinto al habitual. No obstante, era madrugada de invierno, y por consiguiente el rocío se subía por los huesos. ¡Claro, por los huesos de ellos!, porque a buey el rocío de la mañana le encantaba. Bebía su agua de los helechos, brezos y un sinfín de hierbas, que se encontraban a lo largo del camino.
El día transcurrió como los demás, haciendo las labores cotidianas, pero a buey le parecía que todo a su alrededor tenía un cierto matiz especial. No parecía igual el brillo del sol, las especiales formas de las nubes, la brisa que acariciaba su hocico y sus orejas, al canto de los pajarillos que se posaban en su lomo… ¡Hasta los mismos perros estaban raros!, sin la agresividad y la prepotencia de otros días. Aunque todo era igual…, todo parecía distinto.
Terminada la jornada, cuando ya parecía que la tarde bajaba el telón y comenzaba la iluminación de la luna y las estrellas, buey también observó que el cielo era diferente. O bien había más estrellas, o bien éstas iluminaban más, o quien sabe qué era…, pero no era el cielo habitual, de eso estaba seguro.
Cuando llegaron de vuelta a la casa, buey supo que algo no iba bien o no era normal. Había bastante alboroto en el pesebre. En seguida supo porqué.
Al parecer, a los recién llegados la otra noche, les iban a alojar en el pesebre por falta de espacio en la casa. Buey se fijó en ellos. Él tenía una espesa pero corta barba. Era fuerte y de mirada penetrante. Parecía seguro de sí mismo. Ella tenía cara de niña, y parecía estar pasando dolores porque gemía y se tocaba la tripa con ambas manos. Todo parecía indicar que estaba a puntito de alumbrar otro pequeño cachorro humano.
Era una noche de mucho frío, por ello, buey que sabía bien como iba aquello, empezó a arrimar, como si nadie le viera, montones de heno y paja cerca de la mujer. En seguida, dos pastoras que estaban allí, aprovechando esos montones, hicieron una cama dónde tumbaron a la joven mujer.
Como había bastante alboroto, buey no tuvo más remedio (con una sola de sus penetrantes miradas), que ordenar a los carneros, ovejas y corderillos, que también dormían en el establo, que no alborotaran. Le obedecieron al instante, pues todos los animales sabían cómo se las gastaba.
También, como buen observador, ordenó a la mula que ella y él se pusieran delante de la mujer, para así tapar en lo posible, el frio aire que penetraba por lo que quería ser una puerta, pero que ni de lejos lo conseguía.
A los pocos minutos, se oyó lloriquear a un cachorrito humano. ¡Qué hermosura de retoño, pensó buey! Aunque los humanos le parecían animales raros, éste era diferente. Parecía que todos interiorizaban, con su presencia, la calma y la sensación de bienestar que había intuido durante todo el día. ¡Sabía que no había sido un día normal!
El cielo, en ese momento, ofrecía un sinfín de estrellas antes no vistas. Eran más luminosas, brillantes, claras y grandes. Y había una especial que vio por primera vez, y aunque él no podía saberlo en ese momento, nunca más se volvería a ver.
Buey, permaneció quieto, en su sitio, y no permitió tampoco que mula se moviera. Habían tapado al niño con un manto, y posado sobre el lecho de heno y paja que él había arrimado. Ahora dormía y sus padres estaban radiantes y felices a su lado. Buey también estaba feliz. No sabía bien qué había ocurrido de especial, pero intuía que ese nacimiento iba a ser recordado por hombres y animales para siempre.
Y, en su humilde pensamiento, muy para su interior, buey le quiso poner un nombre a tan dulce acontecimiento, y lo llamó Navidad.

Una buena y emotiva reconstrucción de los hechos, Sergio, aunque parece que el corrector te la ha jugado y no sabemos si Maria está en casette o en vídeo 😄. Un abrazo y que pases felices fiestas.
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Feliz Navidad, Sergio. Muy bonito
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Feliz Navidad, también para ti. Bssss
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