
Entró despacio y pensativa y dio al interruptor de la luz del despacho que tardó en encenderse, como siempre. Ya toca acometer la reforma, pensó para sí. Se sentó en la mesa y ojeó de nuevo el expediente del caso que le habían asignado. Algo no encajaba del todo. Parecía un expediente rutinario más, tan absurdamente repetitivos últimamente, pero su intuición femenina la decía que ese caso no iba a finalizar en un juicio de todas formas; ganase quien ganase.
Tanto la fiscal como el abogado de la chica, habían pedido alejamiento, pero a todas luces no era solución, ni a corto ni a largo plazo. Estaba claro que los dos se atraían…, era evidente hasta en los papeles, y seguro que lo ratificaría en la entrevista que tendría en un par de horas con su cliente.
Su cliente era el chico, al cual no conocía, pero sí a la chica, aunque sólo de oídas, porque era de una familia muy conocida en una ciudad pequeña como la suya. No encajaba porqué había presentado esa denuncia. Quizás mal aconsejada por amigas o presionada por su entorno familiar. El chico, estudiante de medicina, no tenía muchos recursos económicos, pero en la foto que había en el expediente era guapo y reflejaba personalidad. A una mujer esos detalles no se la escapan.
Este litigio no iba de derechos, obligaciones o compensaciones. Iba de sentimientos, y éstos, por mucho que se quiera, no se pueden aclarar en ningún juzgado. No la gustaban estos casos sentimentales, por lo que en cuanto se lo asignaron, sabía que la daría desasosiego y preocupación. ¡Y muchos recuerdos!…, pero no pudo rechazarlo. Era un reto personal, y además, necesitaba trabajar.
En un rato, después de la entrevista con su cliente, quizás entendería porqué la chica denunció al chico y porqué habían llegado a ese extremo. En el expediente nada estaba claro. Era abogada, no adivina, y ni mucho menos psicóloga, pero quería ayudar…, al chico. A los dos. Y no pensaba en soluciones jurídicas.

Hacía tiempo que no nos tocaba la china, Sergio, y nos has dejado con el intríngulis. A ver si lo rematas antes de que nos quedemos sin uñas.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Habrá que esperar a que vuelva la inspiración.
Me gustaMe gusta